Cuando comenzaba a declinar la época dorada del cine
mexicano, luego del fallecimiento de la gran estrella, Pedro Infante, y la
pantalla no encontraba quien llenara sus zapatos. Es el momento en que aparece
una figura de talla mundial, un actor que fue reconocido como uno de los
grandes de la cinematografía nacional, Toshiro Mifune; a pesar de su
desconocimiento del español Toshiro realizó la magnífica interpretación de un
indio zapoteco en uno de los mejores filmes de todos los tiempos: Ánimas
Trujano.
Todo comenzó cuando el director de cine, Ismael Rodríguez
asistió a la I Reseña Mundial de los Festivales Cinematográficos, el magno
evento que en 1958 tenía por sede la Ciudad de México, y en donde entre otros
célebres filmes se proyectó la cinta japonesa El hombre del carrito, dirigida
por Hiroshi Inagaki y estelarizada Toshiro Mifune. Ismael Rodríguez,
sencillamente se quedó impresionado con la actuación de Mifune, el actor
estrella de Akira Kurosowa.
Recuerda el cineasta: “Yo quería internacionalizar nuestro
cine. En ese entonces, estaba buscando una historia costumbrista. Fui a ver a
Juan Rulfo, quien acababa de vender los derechos de El llano en llamas.
Entonces, me trajo una novela llamada La mayordomía, de Rogelio Barriga Rivas,
y me pareció sensacional. Hablé con él e hice muchas modificaciones. La
historia descansaba más en la mujer y me pareció más interesante la
personalidad del hombre desconfiado: Ánimas Trujano. Se acababa de estrenar en
México El hombre del carrito y dije: ése es mi Ánimas Trujano y, además, tiene
cara de indio zapoteco”.
Rodríguez fue a Japón para entrevistarse personalmente con
la estrella ya que una compañía lo tenía en exclusiva. Por fortuna, Mifune
tenía un secretario que era hijo de padre japonés y de madre mexicana y así fungió
como intérprete entre ambos personajes. El actor Narciso Busquets le dio la voz
a Ánimas Trujano, aunque Toshiro quiso estudiar los diálogos en español. Cuenta
Rodríguez: “Cuando fuimos a recibirlo al aeropuerto empezó a recitarme sus
diálogos en castellano aprendidos de memoria, con un acento horrible y además
llevaba puesto su kimono. Nos aguantábamos la risa Gabriel Figueroa, yo y
todos, por la manera en que pronunciaba en español, pero nos daba perfecto el
movimiento de diálogos. Mandé llamar a Busquets y él dijo: ‘Es mi voz, pero en
japonés’. Ambos tenían un timbre muy parecido. Les maravilló cómo pronunciaba
Mifune en español por el mismo timbre; allá lo dobló al japonés él mismo”.
La historia es una crítica a la ignorancia y al machismo
mexicano; un drama que retrata costumbres y folclor lo que le valió la
nominación al Oscar como mejor película extranjera y el premio Globo de Oro.
Para leer más: El samurái zapoteco
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